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Haiti
Futbolistas no pueden regresar a Haití para celebrar la clasificación al Mundial por la violencia en el país.
Futbol
Image Por La Nación / Costa Rica. La clasificación de Haití al Mundial 2026 quedó marcada por la violencia y el dominio de las pandillas en el país, que impiden a los jugadores regresar para festejar con su gente

Tras vencer 2-0 a Nicaragua y gracias al empate entre Costa Rica y Honduras (0-0), Haití clasificó a su segundo Mundial, por lo que 52 años después de haber estado presente en Alemania 1974, será uno de los representantes de la Concacaf en el Mundial 2026.

Con un puñado de aficionados, periodistas y administrativos, los jugadores celebraron y bailaron en el césped sintético del reducto en Curazao, mientras en su país festejaban desafiando la oscuridad, alumbrados por el celular y con el temor a ser agredidos.

Sin embargo, ese abrazo entre aficionados y jugadores, ese desfile de la victoria, ese reencuentro entre ídolos y admiradores, no se podrá dar en Puerto Príncipe, capital de Haití, ni en ningún otro lugar de un país con 11 millones de habitantes.

Únicamente algunos miembros de la Federación Haitiana volverán a casa. Mientras tanto, los jugadores tomarán rumbo a los países donde militan, sin poder sentir el cariño del pueblo y celebrar con sus familiares, sin poder cumplir la promesa de volver a su patria.

Dolor y muerte en Haití

La guerra de pandillas en Haití —que tomaron el control de gran parte del país tras el asesinato del presidente Jovenel Moise en junio del 2021—, la inseguridad, la ola de secuestros y la violencia en las calles hacen imposible que los futbolistas compartan su hazaña con el Image pueblo.

Alejandro Salisbury, el costarricense que trabaja en la logística de la hoy Selección mundialista de Haití desde hace 14 años, admite que es una pena y una de las situaciones más tristes que vive el combinado caribeño.

“Es muy duro para ellos, pero saben que no pueden ir a su país a festejar; es peligroso. Son futbolistas profesionales, con contratos millonarios, y podrían ser secuestrados o bien sus familias podrían sufrir. Es complicado. El Gobierno no puede garantizar su seguridad en las calles, y por esa razón no pueden celebrar en Haití”, confesó Salisbury.

Incluso Alejandro, quien entrenó a las selecciones menores femeninas de Haití, no volvió al país desde 2017, por lo peligroso que se volvió y porque el centro de alto rendimiento conocido como El Rancho —construido con ayuda de la FIFA— fue tomado por pandillas que se enfrentan al ejército haitiano.

Además, desde 2021 la Selección de Haití realiza sus partidos como local en el estadio de Curazao, luego de que el Estadio Nacional Sylvio Cator fuera tomado por bandas delictivas y utilizado como base de operaciones de las pandillas que luchan contra las pocas organizaciones de defensa que quedan dentro del país.

“Hasta el ejército de Kenia luchó contra las pandillas, pero no se ha logrado restablecer el orden. En Haití hay mucha pobreza y el pueblo necesita triunfos para celebrar. El fútbol les dio una oportunidad el martes por la noche, pero la realidad es muy dura. Espero que pueda cambiar y que todos los haitianos puedan ver a su país en el Mundial”, expresó Salisbury.